jueves, 8 de marzo de 2018

#Detrás del Pentagrama #Por amor al Arte

Por Omar Alfonso Reyes Canto

   La otra noche asistí con mi esposa a un concierto de la "Greatest Miami Symphonic Band" en el teatro Maurice Gusman Concert Hall de la Universidad de Miami. La invitación nos las hizo mi amigo de muchos años Andres Santana; un exelentísimo músico de primera calidad;de hecho es uno de los primeros clarinetistas de la Banda—además de que domina la flauta de sistema a la perfección.

   Este formidable conjunto sinfónico, que radica en la escuela de música de la misma universidad, donde hay algunos estudiantes de la escuela de música de la universidad, está compuesto en su mayoría por profesionales del mundo de la música; muchos de ellos ya retirados. 

   Esa jornada contó con la participación de dos grandes invitados, el extraordinario saxofonista alto Dale Underwood, aclamado por el Washington Post como el Heifetz del saxofón alto y el legendario director sinfónico Coroner Arnald D. Gabriel, quien fuera por muchos años Comandante-Director de la Banda de la Fuerza Aerea de los EE.UU. Este gran director musical, que dicho sea de paso, tiene 93 años de edad, no obvió ni el más mínimo detalle en ninguna de las obras que presentó.

   El formidable programa musical del concierto, dividido en dos partes,  incluyó obras entre  las que cabe destacar algunas de las variaciones de Elgar (especialmente la V, titulada Nimrod), orquestada para banda por Earl Slocum, formidablemente dirigidas  por el director musical de la Banda, Robert Longfield.

   En la segunda parte, dirigida por el Coronel Arnold D. Gabriel, se destacaron las interpretaciones Orpheus, de Offenbach, en arreglo de Lawrence Odom, una selección de temas del gran compositor Jerome Ken, en arreglo de Ralph Martino e interpretado magistralmente por el saxofonista solista invitado Dale Underwood, que logró unos tonos altos de un color impresionante; que sólo un virtuoso como él puede lograr en el instrumento.

   La obra escogida para cerrar la velada musical de esa noche fue la célebre obertura titulada Slavonic Rhapsody (Rapsodia Eslava) del gran compositor alemán Carl Friedman. 

   Pero dada la magnifica dirección del director, que desde el mismo inicio de su participación impresionó de sobremanera a los asistentes, la calidad ejecutoria de la Banda, y la ovación del público puesto de pie, dos más obras cerraron con broche de oro el programa, America de Beautiful,  de Katharine Lee Bates, y la célebre marcha titulada The Stars and Stripes Forever, de John Philip Sousa.

   La función, que fue a teatro lleno, demostró una vez más de que aún hay un público que sabe muy bien apreciar el acontecer clásico de la música. 

   Pero, quizás lo más digno a destacar de este y todos los conciertos que esta formidable Banda con mayúscula realiza, es que todos sus integrantes no cobran ni solo centavo por ello…verdaderamente lo hacen por amor al Arte.

Omar

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